jueves, 21 de marzo de 2013

Lo sobrenatural en la Tierra Alternativa (IV): La Hechicería


(Acabo de darme cuenta de que una de las entradas anteriores, el Culto de Laima, aparece como si fuese muy reciente. No sé qué puñetas ha pasado. Yo sólo quería editar la entrada para corregir un error detectado, pero al actualizarla, se ha movido cronológicamente, como si fuese una novedad. Mis disculpas por cualquier confusión que pueda haber acarreado este hecho. La entrada es en realidad de un mes atrás o así a la fecha en la que aparece.)
Edito: Ya me han explicado como devolver la entrada a su sitio. Asunto arreglado.

Y ahora, al tema.


 

Los fieles obran sus milagros mientras mantengan el beneplácito de sus dioses, y para ello han de mostrarse virtuosos. Los shamanes invocan, negocian y se alían con espíritus, a los que no es sabio engañar ni obligar demasiado a cumplir su voluntad. Los místicos alcanzan la iluminación a través de la sabiduría, algo que condiciona su comportamiento.

¿Pero los hechiceros? Los hechiceros hacen lo que quieren. Su poder no precisa de control o supervisión alguna. Su conocimiento no requiere sabiduría para su uso. Un hechicero es libre para el empleo de sus poderes, con toda la generosidad, humildad, codicia o arrogancia de su carácter. Es la herramienta con la que se desvela la verdadera personalidad de un ser humano, que al verse libre de condicionamientos exteriores puede ser él mismo, para bien o para mal.

Hablamos de seres humanos, recuerden. El poder sin ataduras suele ser algo preocupante en uno de nosotros.

Ese es tal vez el principal motivo por el que la Hechicería es tan temida, la forma de magia de la que más se desconfía en la Tierra Alternativa. Sólo la propia ética y las presiones sociales fuerzan al hechicero a no imponer su voluntad sobre la de aquellos que tienen menos poder. Y son fuerzas muy débiles, comparadas a la eufórica sensación de libertad y fuerza que otorga el saberse capaz de alterar la realidad mediante el mero uso de la voluntad. De modo que no es de extrañar que sean vigilados y controlados, asumiendo que su poder no sea tan grande como para imponerse sobre cualquier limitación que se intente mantener sobre ellos.

¿De dónde procede la Hechicería?

En muchas tradiciones de fantasía, aquellos que ostentan este tipo de poderes, lo que en D&D se denomina “Magia arcana”, nacen con un don necesario para ello. O naces siendo capaz de ser mago, o no. El poder se alcanza dominando ese don, que es poder en bruto, para lograr efectos mucho más sofisticados y refinados. Es frecuente que ese don se manifieste con más fuerza en unos que en otros. De tal modo, el protagonista de la novela de turno suele ser tremendamente poderoso, estando destinado a cumplir la profecía que cuenta que blablablá.

En la Espada y Brujería, subgénero al que RuneQuest se aproxima mucho más que a otros, la hechicería por lo general funciona de forma muy distinta. Es una disciplina que puede transmitirse, como cualquier otra, mediante un proceso de aprendizaje. Semejante instrucción requiere de una mente muy despierta y, a menudo, de una cierta falta de escrúpulos a la hora de hacer lo necesario para obtener mayor conocimiento y poder. No es rara la figura del aprendiz de hechicero que, encontrándose con el precio que ha de pagar por alcanzar nuevas cotas dentro de su aprendizaje, decide dejarlo, mientras su conciencia y su alma se encuentren más o menos intactas.

¿Pero cuáles son las fuentes primeras de la Hechicería? De nuevo ciñéndonos al género Espada y Brujería, esta forma de magia tiene un origen ajeno a la humanidad. Es un conocimiento más antiguo que nosotros, y a menudo está presente la idea de que los humanos no están capacitados todavía para manejarlo, no porque no puedan, que lo hacen y bien, sino porque adolecemos del sentido común que hace que otros se detengan ante ciertos límites. La humanidad piensa que ser capaces de hacer algo es la única justificación que necesita para hacerlo.

De ese modo, el conocimiento de esta magia puede haber sido enseñado originalmente por ángeles, como cuentan algunas tradiciones, que impartieron su conocimiento sobre quienes estaban preparados para recibirlo, pero ¡ay!, cuando éstos transmitieron a su vez lo adquirido lo hicieron de una forma menos que perfecta, y no supieron o no pudieron encontrar alumnos tan dignos de sus enseñanzas como lo habían sido ellos. Eso lleva a la corrupción de lo enseñado, que tarde o temprano acaba en manos de gentes hambrientas de poder, a pesar de que muchos otros pueden esforzarse en ser dignos del conocimiento que les ha sido confiado.
 
Otra fuente, mucho más presente en la literatura de género, es la de las deidades malvadas o alienígenas. Dios otorga milagros a sus fieles, pero el Diablo enseña a los suyos a usar la magia. O seres inmensamente poderosos, indiferentes a la humanidad, otorgan migajas de conocimiento a sus adoradores, a cambio de sumisión total. Casi todo hechicero aparecido en relatos de Lovecraft, Howard, Ashton Smith o Leiber es de este tipo.

Una variante de esto es lo que se sugiere en el manual de RuneQuest 6, con los ejemplos que conforman la Saga de Anathaym. En el bestiario, cuando se habla de los elfos, explican que han abandonado el mundo por Faerie, empujados por los humanos. Los elfos sí conocen la hechicería y saben bien de sus peligros. Uno de ellos, un brujo de gran poder, ha concebido un plan para recuperar sus tierras perdidas: nada menos que ofrecer el conocimiento de la hechicería a la humanidad. Imagina que, después de ello, sólo tendrá que esperar a que los humanos se destruyan entre sí, o provoquen su fin tratando de realizar proezas mágicas fuera de su alcance, como invocar y controlar dioses, cosas así.

Puede que ese elfo tenga razón, o a lo mejor subestima la capacidad de la humanidad para la destrucción, que podría perfectamente arrastrar a muchas otras razas y especies en su caída. Pero la idea de la hechicería como regalo envenenado me gustó.

Así que, en mi concepción personal de la Tierra Alternativa, los hechiceros han obtenido sus poderes de multitud de fuentes diversas. Son aproximaciones diferentes al manejo del que es en realidad, el mismo tipo de poder. Algunos han ofrecido su conocimiento con buenas intenciones, otorgando bendiciones a los mortales. Otros sólo están ofreciendo una larga cuerda con la que ahorcarse.

En cualquier caso, el estudio de la hechicería requiere civilización. Libros, difíciles de hacer y muy caros. Laboratorios que precisan de raras sustancias traídas de lugares lejanos, así como de delicado instrumental. La hechicería sólo puede crecer entre los pueblos civilizados.

La mayoría de hechiceros son avaros con sus conocimientos. Pueden entrar al servicio de un poderoso, u ofrecer sus caros servicios a todo aquel capaz de pagar los exorbitantes precios que pide a cambio. Pero enseñar lo que sabe, eso ya es otra cosa. Casi todo hechicero acabará tomando aprendices, pero sólo después de pensárselo mucho, y motivado más por la necesidad de un ayudante en sus investigaciones que por afán didáctico. Eso sí, codician en grado sumo los secretos mantenidos por otros colegas de profesión.

Incluso puede llegar a haber escuelas de magia, pero por favor, no piensen en Hogwarts. Se trata de instituciones mucho más discretas y pequeñas, desconocidas para la mayoría. Algo así como la leyenda que rodea a la Escuela de Traductores de Toledo en el S.XIII, o a los cabalistas. 

Y no olvidemos a las fuentes de conocimiento que no consisten en maestros; hay libros circulando en el entorno de campaña, cuyo estudio ofrece poder. En la tradición del Necronomicón, esos libros (o tablillas, o lo que sea) se convierten en escuelas de hechicería, con su propia habilidad de Shaping. Son raros y valiosos pero ¿qué sería de un hechicero sin su colección de secretos arcanos encuadernados en pieles exóticas?

Así que los hechiceros pueden ser buena gente o malos bichos, o simplemente ir a la suya, como la mayoría. Se puede aprender magia de diversas fuentes, algunas benévolas, otras de maldad inenarrable. No se les persigue activamente, a menos que crucen la línea, pero en cualquier caso prefieren no destacar. Pueden trabajar por dinero, para pagar sus caras investigaciones, pero la moneda que realmente valoran es el conocimiento y el poder que éste conlleva. Como decía al principio, son los practicantes de magia con menos ataduras a determinados principios morales o éticos. Ellos eligen lo que quieren ser.

2 comentarios:

  1. M. Alfonso García21 de marzo de 2013, 15:38

    La verdad es que esta serie de artículos me está encantando... ¡Buen trabajo!

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  2. ¡Muchas gracias! Opiniones así le suben a uno el ánimo.

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